Backstage Jazz Publicado

Brandford Marsallis

 

Ultimamente no tengo muchos encargos. así que he aprovechado para ir terminando mi página web, www.pedroalbornoz.com.

Cuando hace ya más de 2 años decidí hacerme una página web sin tener ni idea  de programación ni lenguaje html, no sabía donde me metía. Sabía como la quería y me pasaron unos presupuestos que no podía asumir. Así que me lié la manta a la cabeza y me pegué la mayor panzada de pantalla y ordenador de mi vida.

Empecé por las bodas, y fui añadiendo galerías dando prioridad a mi trabajo más comercial pues entiendo el sitio web como una herramienta profesional. Al final , tras un par de meses obsesivos frente a la pantalla, decidí parar dejando en el tintero mi trabajo más personal, aquel que no viene por encargo. Ahí estaba la pestaña «Fotografía de Autor», en el menú, pero sin contenido.

Han pasado más de dos años , pero ya está el primer portfolio en el ciberespacio.

Se trata de Backstage Jazz. Data de principios de los noventa y es mi primer trabajo como autor, es decir, la primera vez que que desorrollaba un tema de mi elección con la cámara de fotos.

Desde la época del colegio y a base de práctica , desarrollé la habilidad para colarme en los conciertos. Sacaba fotos, pero siempre echaba en falta el sonido de la música en esa imágenes de músicos sobre el escenario. Así que decidí usar mis habilidades coladoras para meterme detrás del escenario, entre bambalinas y camerinos. Allí los músicos no tocaban, pero se podía respirar la atmósfera del Jazz.

Cuando murió Art Blakey, le regalé a Julio Martí, con el que coincidí en un trabajo, y que organizaba el festival de Jazz de Madrid, una foto del maestro abrazado a dos fans jovencitas en la trastienda del auditorio nacional de música. Le gustó y conseguí un pase especial backstage para los siguientes festivales. Ya no me tuve que colar más. Ese pase tuvo mucha vida, pero esa es otra historia.

Aprovecho para dedicar estas fotos a Kike Sirera,  Javier Sirera y Gabriel Perezzan a los que conocí por esas fechas pues teníamos la misma afición por el Jazz y la misma habilidad para colarnos, coincidiendo frecuentemente en las mismas puertas traseras o agujeros en la valla.

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